LA NARRATIVA DESDE 1940 HASTA LOS AÑOS 70
La
novela de los años 30 había tendido hacia la rehumanización y el compromiso
social, tras abandonar la deshumanización de los años 20. En esta línea se
encuentra la literatura de Ramón J.
Sender, Max Aub, Francisco Ayala, Rosa Chacel, quienes al acabar la
guerra marchan al exilio por su apoyo a la República. Su obra se realiza al
margen de la literatura que se hace en España y, en general, tratan con
insistencia sobre el tema de la guerra.
En España
en 1939 el panorama cultural es desolador; muchos autores se han exiliado y la
literatura se encuentra determinada por la presión de la censura, que impide
que se pueda expresar una denuncia explícita.
En la década de 1940 destacan dos tendencias
narrativas: la NOVELA EXISTENCIAL (lo
existencial se convierte en uno de los temas fundamentales de la narrativa.
Paralelamente a lo que ocurre en la poesía desarraigada, la desorientación, la
hostilidad de la vida y la angustia marcan los motivos de parte de la novela de
estos años) y el TREMENDISMO (las
novelas reflejan los aspectos más desagradables y brutales de la
realidad para efectuar una reflexión profunda sobre la condición humana). De la primera tendencia destaca Nada (1944)
de Carmen Laforet (Premio Nadal) y de la segunda, La familia de Pascual Duarte, de Camilo
José Cela:
En los años
50, España empieza a salir del aislamiento y se incorpora a algunos
organismos internacionales, en la órbita de EEUU. El incipiente desarrollo del
turismo y la industria trae cierta recuperación económica y cambios en los
estilos de vida, como las migraciones de los campesinos hacia las ciudades, la
difícil inserción de estas personas en los suburbios urbanos. Al mismo tiempo,
los jóvenes que han vivido la guerra como niños o adolescentes empiezan a
manifestar actitudes críticas respecto al poder y a la división social entre
vencedores y vencidos. La colmena,
de Cela (1951) es un precedente
de la novela social. En ella aparece reflejada la sociedad de la inmediata
posguerra.
Se
observan en estos años dos grandes tendencias: por un lado, el neorrealismo, que se centra en los problemas del
hombre como ser individual (la soledad, la frustración...). La representan Rafael
Sánchez Ferlosio, con El Jarama (1956) y Carmen Martín
Gaite con Entre visillos (1957). Y,
por otro, la novela social (realismo
social), que se centra en los problemas de los grupos sociales. Es
representada por Jesús Fernández Santos, con Los bravos (1954), entre otros.
El tema
de la novela es la propia sociedad española: la dureza de la vida en el campo,
las dificultades de la transformación de los campesinos en trabajadores
industriales; la explotación del proletariado y la banalidad de la vida
burguesa. El estilo de la novela realista es sencillo, tanto en el lenguaje
como en la técnica narrativa, se pretende llegar a un amplio público. Los
contenidos testimoniales o críticos son más importantes.
Durante
la década de los sesenta se detecta
un cierto agotamiento del realismo social y una clara evolución hacia la
experimentación y la renovación. Los escritores españoles se dejan influir por
los autores europeos (Proust, Kafka, Joyce), norteamericanos (Faulkner, Dos
Passos) o latinoamericanos (Vargas Llosa, Cortázar, García Márquez) y las
novelas pasan a ser más complejas y experimentales. Estas novedades no afectan
sólo al argumento o la estructura, también a la ortografía, ya que algunos
autores suprimen los signos de puntuación, o los párrafos, y es frecuente que
se mezclen los géneros. Ya no se pretende sólo denunciar la situación social,
sino que también se persigue la búsqueda de nuevas formas y elementos, como el
perspectivismo argumental, el monólogo interior o los continuos saltos hacia
atrás o hacia delante en el argumento. Dos novelas son consideradas los modelos
de las nuevas tendencias: Tiempo de
silencio (1962) de Luis
Martín Santos y Señas de
identidad (1966) de Juan
Goytisolo.
Al llegar los años
70, el periodo predemocrático, surge una gran variedad de tendencias:
novelas policíacas, de aventuras, de intriga, costumbristas, fantásticas, de
amor, novela negra, etc. Los autores se centran más en la trama y la
estructura de la novela es más simple y lineal, más tradicional,
dejando atrás la experimentación de la década anterior. Entre los autores y
obras más destacados están Juan Benet con Un viaje de invierno (1972);
Eduardo Mendoza con La
verdad sobre el caso Savolta (1975) o Juan Marsé con Si
te dicen que caí (1973).