LA
NARRATIVA DESDE LOS AÑOS 70 A NUESTROS DÍAS
El
ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura
española tras la muerte del general Franco (1975) permitió un mejor
conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura
occidental en España. A ello contribuyó la desaparición de la
censura (lo que supuso la publicación de novelas españolas
prohibidas en nuestro país y editadas en el extranjero) y la
recuperación de la obra de los escritores exiliados.
La
novela se vuelve objeto privilegiado de consumo literario. Se
convierte en el producto estrella de la industria editorial. Se
realizan compañas para promocionar los libros: premios literarios,
publicaciones de listas de los libros más vendidos, organización de
ferias del libro, firmas en grandes almacenes, etc. Un fenómeno
importante son los innumerables premios literarios, que contribuyen a
animar el panorama creativo.
Los
aspectos más significativos de la novela española en los últimos
treinta años son:
1)
El carácter aglutinador, puesto que acoge prácticamente todas las
tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y
preocupaciones personales.
2)
La individualidad, ya que cada novelista emplea un estilo propio con
el que expresar su mundo personal y su particular visión del mismo.
En
las últimas décadas conviven novelistas importantes de toda la
posguerra (Delibes, Cela y Torrente Ballester) junto a algunos
novelistas de la "Generación del 50" (Juan Goytisolo, Juan
Marsé, Carmen Martín Gaite…) y a los novelistas de la generación
del 75 o generación del 68, que, aunque nacieron literariamente en
pleno auge experimental, se decantan por una narrativa más
tradicional sin abandonar la autoexigencia con novelas de mucha
calidad, como Manuel Vázquez Montalbán o Félix de Azúa.
Con
los autores antes mencionados, conviven en el panorama literario de
los últimos años nuevos escritores dados a conocer después del
franquismo: Manuel Vicent, Julio Llamazares, Javier Marías, Luis
Mateo Díez, Rosa Montero, Antonio Muñoz Molina, Luis Landero…
Destaca
por importancia y por ser, según la crítica, responsable en cierta
medida de la vuelta a la narratividad, Eduardo Mendoza. En 1975
publica La verdad sobre el caso Savolta, una novela histórica
y a la vez policiaca que aprovecha técnicas experimentales y las
pone al servicio de la intriga y la acción y que incluye elementos
de subgéneros populares. Otras obras destacadas suyas son La
ciudad de los prodigios y El misterio de la cripta embrujada. En
2016 fue galardonado con el premio Cervantes por su trayectoria
narrativa.
Aunque
no resulta fácil discernir en la nueva narrativa unas corrientes o
escuelas definidas; sí es posible identificar ciertas tendencias
temáticas puesto que se revaloriza la novela de género, con
auténtico auge de la novela negra y la histórica. En todo caso, se
mezclan con libertad todos los subgéneros: novela rosa, ciencia
ficción, humor... sin perder de vista muchos de los hallazgos de la
novela experimental anterior, con abundante uso de la introspección
y el flujo de conciencia. Las más relevantes son:
-
Novela policíaca y de intriga: Este subgénero resurge con especial fuerza. Entre sus cultivadores destacan Manuel Vázquez Montalbán, autor de una serie protagonizada por el detective privado Pepe Carvalho, o Plenilunio, de Antonio Muñoz Molina.
-
Novela histórica: se pueden citar como ejemplos El oro de los sueños, de José María Merino; El hereje, de Miguel Delibes, así como la saga protagonizada por el capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, ambientada en el Siglo de Oro. En los últimos años son frecuentes las novelas históricas contextualizadas en épocas cercanas, especialmente en la Guerra Civil, como Soldados de Salamina, de Javier Cercas;La voz dormida, de Dulce Chacón, o los relatos breves que componen Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez.
-
Novela de la reflexión íntima: Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia. Obras representativas de esta tendencia son Mortal y rosa, de Francisco Umbral; El desorden de tu nombre, de Juan José Millás, o La lluvia amarilla, de Julio Llamazares.
-
Novela de la memoria y de testimonio: La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novelistas como Rosa Montero, con Te trataré como a una reina, en defensa de la condición femenina; y la producción novelística de Luis Mateo Díez.
-
Otras tendencias: en la novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los problemas de la juventud urbana con una estética muy cercana a la contracultura (Historias del Kronen, de José Ángel Mañas, Ray Loriga con Héroes o Lucía Etxebarría en Sexo, prozac y dudas).
En
esta época hay que resaltar también el auge del cuento, el cual
había quedado relegado durante el periodo del experimentalismo
narrativo de los sesenta. Dentro de este subgénero cabe destacar el
relato fantástico, donde destaca Cristina Fernández Cubas. La
nómina de autores es muy extensa: Manuel Rivas, Eloy Tizón o Marina
Mayoral. A ellos hay que añadir los narradores que cultivan el
microrrelato, como Luis Landero o Quim Monzó.
En
resumen, este es un periodo de enorme vitalidad en el que la
narrativa, y más en concreto la novela, se ha convertido en el
género hegemónico. Existe una multitud de autores de distintas
generaciones que conviven y contribuyen a enriquecer el panorama, en
algunos casos con verdaderas obras maestras.