TEATRO
POSTERIOR A 1939. AUTORES, TENDENCIAS Y OBRAS
La guerra civil española marcó el desarrollo de la
literatura en España. El panorama teatral de la posguerra está marcada por la
muerte o el exilio de los principales dramaturgos del primer tercio del siglo
XX (Lorca, Valle-Inclán, Max Aub…). La censura dominaba y las presiones
ideológicas eran fuertes. Esta situación va evolucionando a lo largo de los
cuarenta años de la dictadura y cambia sustancialmente a partir de la democracia.
En la década de los años 40, la denominada
inmediata posguerra, el público demandaba un teatro sin grandes pretensiones y
rechazaba las innovaciones formales. Los empresarios teatrales no se
arriesgaban y se limitaban a poner en escena las obras que satisfacían las
exigencias del público. Entre todas las corrientes cabe destacar el TEATRO
COMERCIAL, donde se enmarcan obras costumbristas ambientadas en el pasado. Tiene
éxito el sainete y otras pequeñas obras cómicas. También son frecuentes las
representaciones de dramas históricos o comedias del Siglo de Oro, incluso
traducciones de obras extranjeras como Pirandello, Tennessee Williams, etc. Además,
se encuentran los DRAMAS BURGUESES, comedias de evasión con grandes dosis de
humor que tienen como objetivo entretener al público y tratan temas como el
matrimonio, el hogar… Los autores más representativos son José María Pemán,
Joaquín Calvo Sotelo, Edgar Neville y Benavente, hasta su fallecimiento.
Por otro lado, en el TEATRO DEL HUMOR los dos
grandes autores de esta época son Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura, dos incomprendidos
en su época. Jardiel Poncela crea comicidad a partir de lo inverosímil, se
trata de un teatro que tiene mucho que ver con la corriente europea denominada
“teatro del absurdo”. Sus obras más importantes son Un marido de ida y
vuelta, Eloísa está debajo de un almendro y Cuatro corazones con freno y
marcha atrás. El público tampoco entendió el humor de Mihura porque esconde
una crítica a los hábitos y costumbres burguesas. Su obra Tres sombreros de
copa fue escrita antes de la guerra civil, pero no fue estrenada hasta
mucho después. Mihura ve que sus obras no tienen éxito y opta por un tipo de
teatro al gusto del público. Escribe entonces obras como Melocotón en almíbar,
Maribel y la extraña familia y Ninette y un señor de Murcia.
Hay que mencionar también las obras de los dramaturgos
en el exilio, como Rafael Alberti, Pedro Salinas, Max Aub y Alejandro Casona (La
dama del alba).
En la década de los 50 se inició una leve
apertura del régimen franquista, lo cual permite algunas novedades. La
corriente dominante en esta época es el realismo. Los temas de estas obras ponen
de manifiesto problemas y desigualdades sociales, así como la falta de
humanidad que se deriva de ellos. Destacan autores como Alfonso Sastre (Escuadra
hacia la muerte), Lauro Olmo (La camisa) y, sobre todo, Antonio
Buero Vallejo (Historia de una escalera,
La fundación). Muchos de ellos no llegan estrenar sus obras. Sus dramas realistas
se caracterizan por reflejar temas humanos y universales.
Es en la década de los 60 cuando hay un creciente
interés por las novedades que provienen del extranjero: el teatro del absurdo,
el teatro épico de Bertoldt Brecht, el teatro underground… Poco a poco la
escena española va cobrando un papel importante en Europa. Surgen compañías de
teatro independiente, heredero del teatro universitario, que realizan obras de
gran calidad fuera de los círculos habituales del teatro comercial. Los grupos
con más éxito son Els Joglars, Dagoll Dagom, Tábano, TEI (Teatro Experimental
Independiente) o La cuadra. Al mismo tiempo siguen escribiendo autores, de
forma individual, como Francisco Nieva y Fernando Arrabal. Son muy críticos, originales
y nada dispuestos a hacer concesiones al público. Francisco Nieva innova con su
teatro furioso (Pelo de tormenta) y Fernando Arrabal, con su teatro
pánico, que incluye elementos del teatro del absurdo (Pic nic, El cementerio
de automóviles). Los herederos de la comedia burguesa escriben un teatro de
evasión, como Alfonso Paso.
En los años 80 estaca la corriente del
teatro neorrealista, cuyos escritores provienen del mundo del teatro y, por
ello, poseen un gran dominio de las artes escénicas: Antonio Gala (Anillos
para una dama), José Luis Alonso de Santos (Bajarse al moro, La
estanquera de Vallecas), Fernando Fernán Gómez (Las bicicletas son para
el verano) y José Sanchís Sinisterra (¡Ay, Carmela!).
El panorama del teatro español en los últimos
años del siglo XX y principios del XXI es heterogéneo: aparecen nuevos
autores, como Juan Mayorga o Helena Pimenta, a la par que se recuperan obras de
grandes figuras del pasado, como Lorca y Valle-Inclán, o de los dramaturgos de
los Siglos de Oro en los montajes de la Compañía de Teatro Clásico. En la
actualidad, existen nuevas corrientes que están ganándose la valoración del
público: los monólogos de humor, los musicales, el microteatro...