PROPUESTA DE VALORACIÓN CRÍTICA DE "LA CASA DE BERNARDA ALBA"
“La
casa de Bernarda Alba” es una obra dramática escrita en 1936 por
Federico García Lorca. Es la última que escribió antes de ser
asesinado en agosto de 1936, al comienzo de la Guerra civil española.
Pertenece la etapa de madurez del autor, en la que creó sus grandes
obras, entre las que se encuentran dos tragedias rurales: “Bodas de
sangre” y “Yerma”; y dos dramas: “Doña Rosita la soltera”
y “La casa de Bernarda Alba”, que no fue hasta 1945 y en Buenos
Aires cuando se publicó y estrenó por primera vez.
El
estallido de la Guerra civil produjo una ruptura en la trayectoria
literaria de los autores de la conocida como Generación del 27, en
la que se enmarca García Lorca. Miembros destacados de este grupo,
como Salinas, Alberti, M. Hernández, Valle-Inclán y el propio
Lorca, contribuyeron a la renovación de la escena española gracias
al acercamiento del teatro a la clases populares, la exploración de
nuevas técnicas inspiradas en las vanguardias y la depuración del
“teatro poético” que triunfaba en las salas comerciales y que
respondía a las expectativas y gustos del público burgués,
manteniendo las formas estéticas tradicionales de finales del s.
XIX. Lorca se inclina, en los últimos años de su vida, por una
fórmula dramática con la que logra la expresión desnuda de las
grandes pasiones humanas, denunciando, entre otros temas, la opresión
de la mujer en la sociedad.
”La
casa de Bernarda Alba”, que lleva por subtítulo “Drama de
mujeres en los pueblos de España”, plantea la oposición entre el
poder y la libertad. La protagonista, Bernarda, representa el ansia
de dominio, del que son víctimas quienes conviven con ella y,
particularmente, sus cinco hijas, a las que obliga a guardar un
severo luto tras la muerte de su marido, y a las que impone unas
rígidas normas de conducta asentadas en unos principios tan
conservadores como las apariencias, la represión del instituto
sexual, el clasismo y los roles de género. Este carácter
autoritario, simbolizado por el bastón que lleva consigo, se
manifiesta en todos sus gestos y actitudes, entroncando con la
rebeldía impulsada por el ansia de libertad de María Josefa, la
madre de Bernarda; y la pasión sexual de Martirio y, sobre todo, de
Adela, la hija menor. Pero el poder de Bernarda es tal que cualquier
intento de perturbar el orden establecido está condenado al fracaso
y a la destrucción de quien lo promueve: el resultado es la locura
para María Josefa, y la muerte, para Adela.
El
lenguaje empleado por Lorca en la obra combina las expresiones más
poéticas, el simbolismo y los elementos sensoriales -el color verde
del vestido de Adela, que augura su muerte; la ausencia de ríos en
el pueblo como muestra de ausencia de vitalidad, la presencia del
caballo como símbolo de virilidad...-, con diálogos que reproducen
de forma verosímil el registro coloquial de las relaciones
familiares – brevedad y fluidez de las conversaciones, oraciones
sin terminar, vulgarismos…- y la hostilidad existente entre los
personajes.
Es
llamativo el carácter circular de la obra -dividida en tres actos-,
que comienza y termina con una muerte y la imposición de silencio
por parte de Bernarda, el carácter opresivo del espacio cerrado de
la casa, donde transcurre toda la acción; y la importancia de la
figura masculina -Pepe el Romano-, que no aparece en escena en ningún
momento pero tiene un papel de catalizador de la historia.